Al igual que cada uno de nosotros estamos rodeados por un campo energético llamado "aura", el universo también posee un aura de varias capas, una de las cuales es el amor universal incondicional. Este amor absoluto, pilar básico del Reiki, se canaliza a través de nuestros cuerpos y, lógicamente, de nuestro corazón. Este órgano se identifica, en el Reiki, como un centro de amor que nos vincula con la energía sanadora del universo. Las personas que reciben la terapia Reiki, coinciden en admitir una sensación de amor y paz interna una vez finalizada la sesión.
De esta forma, hay que entender el Reiki como una manera de comunicación amorosa, tan necesaria en los conflictivos tiempos que vivimos. Este amor incondicional del universo tiene el poder de llevarnos a un estado de paz, serenidad y armonía. Un flujo amoroso que nos conecta con el resto de los seres vivos, nos integra en el cosmos y hace que nos sintamos parte de la divinidad.
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