Aprende a sentarte en calma y reunirte contigo mismo con tranquilidad. La paz
vendrá y se sentará a tu lado.
Vive con sencillez. Eso significa sólo tomar lo que necesitas de la tierra y de la vida. La recompensa es la abundancia.
Permanece liviano. Aplica un punto final a las preocupaciones en un instante. Cuando decides vivir con liviandad en tus pensamientos y acciones, los demás te ven brillar.
Vive ahora. Disfruta de vivir el momento presente, olvida la negatividad, el desperdicio y los arrepentimientos del pasado. La positividad es el primer paso hacia la paz.
Da generosamente, de todo lo que tienes. Compartir tus regalos con los demás, sin contar su coste, garantiza que recibirás incluso más.
Practica la compasión. Encuentra el perdón. Primero para ti mismo. Después aprende que el perdón derrama bendiciones en todas las direcciones. Al perdonar a los demás, somos perdonados y sanados.
Agradece. Sé agradecido por todo lo que has recibido. La gratitud le da valor a todo lo que posees y aumenta tu alegría.
Sé amigo del silencio. Dirige tus pensamientos hacia tu interior, hacia tu esencia más profunda. El silencio invita a Dios a tu corazón y mente.
Sirve a los demás. Disfruta con servir. Pensar y actuar sólo para nosotros trae una recompensa hueca; servir a los demás crea un profundo pozo de satisfacción.
Practica la paz. La paz es la cualidad original del ser. En su forma más pura, la paz es silencio interior. Consiste en pensamientos positivos, sentimientos puros y buenos deseos. Para tener paz necesitas paciencia. Cuando eres pacífico, creas una atmósfera de paz. La paz en el mundo sólo se puede conseguir cuando haya paz en la mente de cada ser humano.
Hay felicidad cuando se usa cada momento de una manera valiosa. La felicidad es la nutrición que más fortalece. Con felicidad, haces fácil lo difícil, y liviano lo que es pesado. Permanecer feliz y compartir felicidad con los demás es un gran acto de caridad. Cuando eres feliz, no importa lo que suceda. Nunca sueltes tu felicidad.
Vive con sencillez. Eso significa sólo tomar lo que necesitas de la tierra y de la vida. La recompensa es la abundancia.
Permanece liviano. Aplica un punto final a las preocupaciones en un instante. Cuando decides vivir con liviandad en tus pensamientos y acciones, los demás te ven brillar.
Vive ahora. Disfruta de vivir el momento presente, olvida la negatividad, el desperdicio y los arrepentimientos del pasado. La positividad es el primer paso hacia la paz.
Da generosamente, de todo lo que tienes. Compartir tus regalos con los demás, sin contar su coste, garantiza que recibirás incluso más.
Practica la compasión. Encuentra el perdón. Primero para ti mismo. Después aprende que el perdón derrama bendiciones en todas las direcciones. Al perdonar a los demás, somos perdonados y sanados.
Agradece. Sé agradecido por todo lo que has recibido. La gratitud le da valor a todo lo que posees y aumenta tu alegría.
Sé amigo del silencio. Dirige tus pensamientos hacia tu interior, hacia tu esencia más profunda. El silencio invita a Dios a tu corazón y mente.
Sirve a los demás. Disfruta con servir. Pensar y actuar sólo para nosotros trae una recompensa hueca; servir a los demás crea un profundo pozo de satisfacción.
Practica la paz. La paz es la cualidad original del ser. En su forma más pura, la paz es silencio interior. Consiste en pensamientos positivos, sentimientos puros y buenos deseos. Para tener paz necesitas paciencia. Cuando eres pacífico, creas una atmósfera de paz. La paz en el mundo sólo se puede conseguir cuando haya paz en la mente de cada ser humano.
Hay felicidad cuando se usa cada momento de una manera valiosa. La felicidad es la nutrición que más fortalece. Con felicidad, haces fácil lo difícil, y liviano lo que es pesado. Permanecer feliz y compartir felicidad con los demás es un gran acto de caridad. Cuando eres feliz, no importa lo que suceda. Nunca sueltes tu felicidad.
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