Si en lugar de distanciarnos, las diferencias entre las personas se utilizaran para enriquecernos, nuestra sociedad se mantendría en perfecto estado de equilibrio, semejante al de la naturaleza.
A veces, nos identificamos tanto con nuestro sistema de creencias (valores, prejuicios, opiniones, esperiencias ...) que consideramos que el mundo debería organizarse de acuerdo a nuestro mapa mental. Aceptar que las cosas no siempre son como nosotros las vemos, ni mejor ni peor simplemente diferentes, nos mantendrá abiertos a otras alternativas igualmente válidas.
Ortega y Gasset, aconsejaba que, "Lo menos que podemos hacer en servicio de algo, es comprenderlo". Pensar que todas las personas se mueven por una intención positiva, hará que valoremos la forma de actuarde los demás, desde una perspectiva más favorable. Probablemente, donde vemos egoísmo, se esconde la necesidad de una persona de sentirse más independiente y libre, eso que podemos considrar como resignación, podrías ser flexibilidad o capacidad de adaptación.
Practica con el ejemplo: Si queremos que las personas no se pongan a la defensiva cuando mostramos nuestro desacuerdo sobre algo, no tomemos las discrepancias de los demás como un ataque personal.
Te sentirás en paz con el mundo.
Buda dijo: "Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos".
Las personas intransigentes se acaban haciendo más daño a si mismas que a los demás, porque aunque sus críticas y juicios vayan dirigidos hacia el exterior, sus esquemas mentales se vuelven cada vez más rígidos, se muestran poco flexible ante los cambios y tienden a ver el mundo como una lucha de fuerzas.
Una pareja de recién casados preguntó a un sabio "¿Qué debemos hacer para que nuestro amor sea duradero"? el maestro respondió: "Amad juntos cosas diferentes" (Anthony de Mello)
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