2012/05/05

EL PODER DE LOS PENSAMIENTOS PUROS Y ELEVADOS



El tesoro más elevado es el de los pensamientos. Los pensamientos elevados son la base de una vida espiritual. El tesoro de los pensamientos es muy poderoso. Con los pensamientos podemos ir a la experiencia del silencio en un segundo. Podemos ir con nuestra mente a donde deseemos.

Estemos sentados o realizando acciones, con el tesoro del poder de los pensamientos podemos experimentar cercanía hacia las personas en las que estemos pensando. Cualquier estado que deseemos adoptar, sea elevado, sea de felicidad o sea de confusión o de debilidad, es fruto de nuestros pensamientos.

Con el pensamiento de un segundo “soy un alma pacífica”, podremos conectar con una experiencia positiva de paz. En el momento en que tenemos el pensamiento “soy un alma débil, no tengo fortaleza”, entonces en un segundo la felicidad desaparece. Experimentamos angustia en nuestro estado interno. Sin embargo la base de ambos estados son los pensamientos.

Al comprender la vital importancia de la calidad de nuestros pensamientos, nos damos cuenta de la necesidad de evitar o transformar los pensamientos débiles e inútiles en nuestra mente. Cuando desperdiciamos el tesoro de los pensamientos eso debilita nuestro intelecto y nuestro estado, generando confusión e imprecisión en nuestra toma de decisiones. La velocidad de los pensamientos se vuelve muy rápida. Debido a su gran velocidad, perdemos la habilidad de controlarlos. Puede que nos preguntemos: “No recuerdo haber realizado ninguna acción negativa, pero ¿por qué he perdido mi felicidad?”. La causa de ello son los pensamientos débiles e inútiles.

En la meditación Raja Yoga también creamos nuestro estado a través de los pensamientos: “soy un alma, un punto de luz brillando en el centro de la frente, mi naturaleza verdadera es de paz y pureza”. Con estos pensamientos elevados y con concentración del intelecto, experimentamos nuestra naturaleza original. Éste es el enorme poder de los pensamientos.



Fuente: reflexiones espirituales  B. Kumaris

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